Los Hermanos de la Salle, fieles al mandato recibido de ¨Id y Enseñad¨, cuando se dio la prohibición de la enseñanza católica en las escuelas francesas por las leyes de 1904, optaron por expatriarse y poder ejercer su misión de evangelizadores en mundos donde se pedía su presencia. Si a su paso se cerraban unos caminos, otros se abrían en lejanos continentes y hacia ellos enderezaron su camino entre ellos Nicaragua.

Aquí llegaron llamados por el Padre Dubón para responsabilizarse del Hospicio de Huérfanos de San Juan de Dios, en León. Siete Hermanos, entre españoles y franceses, llegaron en 1903 a estas tierras donde desde el primer día se encontraron como en familia.Desde aquellos años (1903) en un difícil comienzo, en el que no faltó la persecución, una nueva estrella de primera magnitud aparece en el cielo de la cultura nicaragüense.

Entregados a la formación de los pobres, entre viejos adobes, aquellos religiosos pronto dieron pruebas de ser eminentes pedagogos; por eso, con el cambio político e Ideológico que se dio en 1912, el nuevo gobierno encomendó a los Hermanos la dirección de la primera Escuela Normal d el país, pero debido a problemas políticos internos la apertura de la escuela se hizo en 1913. Así fue como llegó a manos de los Hermanos de la Salle la formación de los competentes maestros que Nicaragua necesitaba y el inicio de la labor educativa en el INSTITUTO PEDAGÓGICO.

Por varios años esta escuela será el crisol que forjará numerosas promociones, que encenderán antorchas de luz y de cultura en las lejanas cumbres del país.

Ya en 1917, el Pedagógico entrega al país la primera gavilla de una veintena de maestros formados en nuestras aulas. En la solemne ceremonia de graduación, presidida por el entonces presidente de la república Gral. Emiliano Chamorro, al comenzar su discurso lo hizo con estas palabras: “Hoy es un día grande para Nicaragua”.

Algunos de estos maestros se les confiaron nuevas escuelas que se abrieron en las cabeceras departamentales. Con otros, bajo la dirección de los Hermanos, se abrió una escuela para pobres en el barrio de la Penitenciaria. Año tras año la Normal entrega a la sociedad promociones de maestros comprometidos. El país se fue llenando de escuelas con maestros preparados y la obra del Pedagógico fue cubriéndose de escuelas, que como luminosas hogueras fueron disipando la oscuridad de los ambientes.

En 1929, hubo un nuevo cambio político en Nicaragua y con él un cambio radical de mentalidad. Con el triunfo de los liberales, marcadamente anticlericales, el nuevo gobierno apartó de sus escuelas a los Hermanos. Estos decretos afectaron a la escuela del Niño Jesús, la escuela de Jinotega y la escuela de León. A los Hermanos se les prohibió extender diplomas de maestros y de bachilleres.

El Pedagógico, para cumplir su misión de formar a los jóvenes en el camino del bien, se transformó en centro privado, sometido en todo a las nuevas leyes del país. No fue fácil este nuevo caminar. Sintió desde las esferas del Ministerio de Educación una soterrada persecución, pero no claudicó y supo triunfar en cuantas tempestades le sobrevinieron.

El 1931 un terremoto destruyó la ciudad de Managua. El único edificio que quedó en pie fue el Pedagógico, que se transformó en centro de acogida p a r a cuantos necesitaban ayuda. Por un tiempo fue residencia del arzobispo y sede del congreso nacional.

En 1933 los Hermanos fundan la escuela Mons. Lezcano, para los pobres. En su mente estaba el recuerdo de aquellos niños, que por culpa de los político habían quedado sin escuela cristiana.

Cuando la ciudad se vio nuevamente destruida con el terremoto de 1972 el Pedagógico se estaba trasladando a las nuevas instalaciones (las actuales). D e s d e entonces, no sin fuertes contratiempos, navegando a través de tormentosas aguas, pero como expertos marineros al frente de la nave, sabrían superar cuanto se les opusiera en el camino. Y en este mar abierto, estamos nosotros, remando con la mirada puesta en la estrella que nos señala el éxito.

Hoy somos operarios de La Salle, conforme palabras del Fundador constructores del edificio que se nos ha confiado, pero no olvidemos, que por aquí han pasado Hermanos y profesores que dieron solidez a los cimientos de este PEDAGÓGICO. Cabria recordar tanto a Hermanos como Maestros.

Sí hemos de saber que esto no es nuestro, hoy está encomendado a nuestro celo lasallista; mañana otros ocuparán nuestros puestos. Que los que lleguen se sientan orgullosos de la herencia que les dejamos, conscientes nosotros de haber cumplido nuestra tarea como cristianos y lasallistas porque LASALLE HOY SOMOS NOSOTROS.

Hno Benito